En el medio del despertar y el insomnio que nunca abandoné me marié al respirar y pensar una vez más cómo surgió esa posibilidad de volverme a animar sin un vos para mi yo. Deseé un torbellino de pesadillas a cambio de esa metamorfosis de dolor que ahora era tangible, legible..
Tenía una historia, un pasado, y todas las dudas sobre mis manos sin sensibilidad; encontrando la posibilidad de alimentar mi locuacidad vencida por ese silencio afilado comiéndome las uñas, intentando exterminar las dudas de una noche que se caía dormida sobre mi espalda. Oscuridad que ayuda; fuiste camuflaje de mi sombra ahora indistinguible; el complemento que el día me quitaba y ahora simplemente no estaba, el sol me desairaba con cierta franqueza, como si los motivos estuvieran escritos en mi destino.
Aterricé sobre tu desalmada mirada; sembré portales carecientes de puertas; Quise conocer un tiempo donde el amanecer sonría más treinta veces al mes; donde al sumergirte en recuerdos no sea necesario ser una gota de error; como una fusilación de amor que llena espacios con colores en extinción..
Como basurita sobre mis pestañas, te plantaste en esta vida. Navegaste mis extremos, hiciste horizontes en mi corazón que de vez en cuando sangraron por vos. Te incorporé como mi segundo punto ciego, deshaciéndome de un poco de este mundo; solo porque tenía el tuyo. Mi mente creaba abismos que mi corazón saltaba; decidí conservarte y lastimarme como debe ser; como rutina enfermiza y autofrajelable causante de un dolor del alma, masoquista, in-soportable; porque un dolor así no se quita con remedios ni terapia; simplemente porque se sufre así, a fondo y sin atenuantes..