Cierro los ojos y empiezo a ver, no sé si estoy parada al revés o el mundo se está por caer. El lago se hace espejo de este nuevo amanecer, se hace sol este diente de león.
Me perdí cuando te encontré mirándote; otra vez, en ese campo de suspiros. Cuando no encontré tu piel debajo de esos trapos acaramelados.
Nos manchamos de sonrisas, y la locura no entendía; por eso terminamos siendo cóctel de sandía, semillas de seducción, sin tiempo ni reloj.
Borraste el horizonte entre el odio y el amor; pero la marea de mis mares ya no llegan a vos, si no es a través de lágrimas con sabor a te extraño.
Preferí ser ese punto final y no naufragar entre comillas arruinadas de tantas vueltas de calesita.