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sábado, 2 de julio de 2011

Mi hamaca distorsionada.

Nubes y soledad, definitivamente una mala combinación para el día de hoy, donde todo parece caerse a pedazos y la nostalgia es la única capaz de mantenerme en pie. Es increíble la insania que fluye por mis venas; la falta de la glucosa en ellas, la dulzura ya es algo extraño para este cuerpo engañado. Por un momento pensé que al fin estaba bien, que mis palabras ya no eran un genocidio de sensatez pero, de nuevo, me equivoqué. Nada parece ser como lo soñé, sigo siendo la misma ridícula que juega al ajedrez con las instrucciones al revés. A veces delirar se transforma en la excusa perfecta para no distinguir la realidad, a veces me ayuda a abrigar esa herida que no deja de sangrar. Me gusta volar y no lo pude resolver mejor que hamacándome en un mundo irreal; donde la velocidad se hace fatal y la posibilidad de estrellar contra la realidad se acerca cada vez más. Siento que puedo tocar las nubes con solo señalar pero es el instante en que me toca de nuevo bajar para volverme a impulsar; una dura rutina difícil de frenar cuando te encuentras ya en una carrera irreversible contra la razón. Muchas veces intenté aterrizar de esa hamaca repleta de ilusiones, rencores, pero no lo lograba; el impulso de la locura y la obsesión me llevaban más alto; los sueños por detrás no me dejaban ni vacilar sobre el espacio en blanco que guardaba mi sinceridad, me empujaban mucho más y eran imposible de espantar, quería dejar de volar! Ya sentía nauseas de mi propia personalidad, me daba aversión mis gafas color depresión, me empalagaba todo el amor que tenia custodiado bajo mi aturdimiento. No podía ni siquiera morir con mil intentos, necesitaba una lluvia de esperanzas y pases libres a la veracidad. Tu neurosis me hacía falta en verdad, me había acostumbrado a tus defectos como los más perfectos; también me había acostumbrado a derramar lágrimas por la emigración de mi corazón. Me guste o no tengo que estallar este globo precoz que juega en contra de mi voluntad, me voy a lanzar a un destino forastero disfrazada de felicidad para no dejarme pisar, claro que un atuendo temporal..