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lunes, 22 de octubre de 2012

Un día en el techo del mar


Respiro libertad, silencio, respeto.. el tabú de este milenio. Circulan bosquejos de pasados, arquetipos imaginarios, todo es tolerado. No sé si son las estrellas o la ausencia de mi alma migrante de mundos congelados que incitan a mi cuerpo bailar una especie de temblor medio inhumano, medio despiadado; inesperado bajo tanto calor y cansancio de una muchedumbre de cuadrados.. 
Mis ojos sienten desde el infinito esos dos titilantes mundos que deben separarse, abandonarse; los acompaña mi espíritu con un par de gotas derramadas sobre mi cara como testigos de las brazas de mi alma.. como si me dibujaran mapas encerrados en recuerdos; pistas directas a tu cuerpo, a innumerables deseos..
Todo se distancia.. quizá sea hora de volver a caer en todo aquello que veo con los ojos abiertos; tal vez ya sufrí lo suficiente para conformarme con otra partida, conexiones ultramarinas. Vuelvo acá y pareciera que algo quiere estallar; mi cabello vuela con el viento pero todo aparenta detenerse.. todo menos esas lágrimas que logran caer finalmente al techo, uniendo dos universos..