Brotan de la piel, esas dudas que vacilan en florecer más allá.
Se miran desconsoladas, desesperadas
de no saber usar esas alas que las conducen
a ningún lugar
que van hilvanando su destino montañoso
con cada indecisión.
No pueden descansar,
cada parada aborta raíces
que buscan alimentarse
de algo menos efímero que el sudor de sus pensamientos.
Son papel, vela, en un mar sin horizonte.
Bésense a través del viento,
Naveguen en distintas sintonías,
Piénsense infinitas,
en esa metamorfosis a estrella fugaz
a luz finitamente inmortal.
Cuando llueva, naden
Cuando amanezca, tómenle la mano al sol
y elévense con la evaporación de su amor,
que brota en cada vacilación.
