ddd

ddd

sábado, 29 de agosto de 2015

Trilogía de un atardecer

8dejuliodel15
Dos sintonías distintas,
se miran.
no comparten materia, ni tiempo
pero no hay una sin la otra,
son complementos de existencia.
avanzan, 
no se esperan,
saben que se reencontrarán.
y yo acá, siendo la voz
que cuenta la historia
de un atardecer en movimiento.

Viajar en bondi,
es estar detenida en un movimiento,
que no elijo.
es un motor a contra tiempo.
los pasajeros somos hielos derritiéndose muy lento,
hasta el destino final no seremos agua,
capaces de esparcirse ni expandirse.
somos hielo en un asiento, 
reloj sin pila
que mira la vida suceder,
somos pensamiento puro
¿y vos en qué pensas?
cuando el sol hace sombra de los árboles en tu cara
y no tienes escapatoria.
o lo ingerís como infusión de sol
o le cerras la cara a esa fotografía 
tan instantánea,
tan momentánea.
y lo difícil que es plantar tanta tinta azul sobre este papel..
el desafío se vuelve abatidor, y hermoso en su desprolijidad  
tan acorde con los saltos que da el bondi como mi vida.
sigo siendo hielo,
que tiembla
no de frío,
si de ganas de estar viva.

Los atardeceres nunca se repetirán,
sea desde el mismo lugar, 
o a millas de donde estás.
y tener la suerte de ver el mismo en distintos puntos
a la vez
el movimiento facilita esa emoción especial, espacial.
se cayó el sol,
yo lo ví derretirse en ese horizonte
como si algo lo devorace.
se despedía del día,
como todas las vueltas de calesita,
dolorosamente,
lloraba desde el corazón,
yo veía reflejadas sus lágrimas de sangre,
el cielo fue su fiel espejo,
no le quedó un rincón sin manchar
con su rojo adiós
y su degradé de sensaciones encontradas.
no pude evitar acompañarlo,
hasta su última luz.