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miércoles, 3 de agosto de 2011

Mere;

Me miras y siento que no estás; me hablás y siento que estás en el juicio final donde si o si debes ganar. Todo parece un reality de drama donde es obligación sufrir. No quiero llorar, pero mis ojos me desobedecen y se dejan llevar. Me pides perdón y me duele tener la razón. Me empiezas a gritar y mis sentidos empiezan a escuchar con más claridad. Ya me cansé de pelear y negociar mi orgullo con la verdad. La ducha se hace una cascada pesada y entiendo que también son mis lágrimas. Necesito enfrentar la lluvia de mi interior; ésto me está arrollando en pesadillas infinitas. Anhelo el pasado y la melancolía me quiere dar la mano. Elegí soñar y disfrutar hasta despertar; una utopía he de desear, una locura en verdad. Pero allí te tengo, te recuerdo, te quiero. Me cuesta admitir el tiempo que pasó, que mañana no voy a ser como hoy; me cuesta aceptar esta nueva realidad; porque no sabes cuánto te he de extrañar. No creas que soy feliz siendo la única mancha de esta familia de dálmatas; no sabes lo difícil que es ser la revolucionaria de un mundo sin confianza. No quiero conocer el poder de tu fanatismo, ni tu cambio repentino; sólo poderte querer tan cual eres. Intentaré cambiar lo que de mí has de odiar, pero no me pidas piedad cuando te diga la verdad; y sí, te amo mamá.